Batman: Jekyll y Hyde


Batman está ligado a la oscuridad. Es un personaje que se siente cómodo y seguro entre las sombras. Un héroe dolido con el pasado que intenta purgar su alma cada día combatiendo las pesadillas que encierra su compañera Gotham City. Pero ¿qué pasa si la oscuridad y las pesadillas están dentro de él? ¿Si no se pueden combatir con un puñetazo o una patada? Esa es la idea que el guionista Paul Jenkins intenta trasladarnos en el cómic Batman -Jekyll y Hyde-. La doble personalidad que cada uno de nosotros encerramos en nuestro interior y que nos hace de alguna manera únicos y atractivamente misteriosos. Y nadie sabe más de doble personalidad que Dos Caras, uno de los mayores enemigos de el hombre murciélago. El que antes fue gran amigo de Bruce Wayne, y símbolo de la ley como fiscal del distrito en la ciudad, y que un día, durante un accidente, la mitad de su cara quedó deformada, sirviendo de catalizador para que su lado más siniestro se hiciera con el control de su personalidad. Su locura le ha convertido en un solitario, pues los hombres que están con él, apoyándole en sus actos delictivos, sólo le acompañan por puro terror. Por eso, maquina un plan para que la ciudad entera comprenda su enmarañada y enfermiza mente, aunque sea de la manera más radical posible, y no sentirse así, tan solo. Jae Lee y Sean Phillips acompañan a Jenkins en este cómic. Cada uno dibuja la mitad de la historia (136 páginas en total)y, aunque Lee tiene un estilo mucho más siniestro, su narrativa gráfica no es todo lo buena que debería. En cambio, Phillips cumple mucho mejor su cometido, con un buen dibujo y una narración mucho más fluída. Jenkins, por su parte, basa su idea en la obra literaria El Extraño Caso del Dr. Jekyll y el Sr.Hyde de R. L. Stevenson. Una obra que encaja muy bien con el personaje Dos Caras. Pero, aunque el principio del cómic es prometedor y los diálogos son en algunos momentos brillantes (sobre todo en las conversaciones entre Batman y Gordon), la historia pierde fuelle por momentos y se convierte al final en una historia entretenida, bien realizada, pero sin convertirse en una gran obra que resalte por encima de las demás (algo que, por otra parte, suele ocurrirle al señor Jenkins).

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