El aire entre mis dedos

Allí estaba, con la boca abierta hasta límites insospechados, sangrando por sus encias, forzadas y desgarradas por sus propios dientes; con los ojos hinchados y ennegrecidos, como quemados por dentro; con las manos agarrotadas, rotas, de agarrar la nada; con el cabello cayendo despacio sobre el suelo, con las raíces secas y marchitas; con la mente girando en distintos sentidos a la vez, desorientada, desenchufada; con el pecho con un agujero donde antes hubo un corazón, con la sangre cuajada y maloliente; con las rodillas destrozadas contra el pedragoso suelo, mostrando un hueso desgastado.
Allí estaba, y aún así algunos pensaron que estaba simulando.
Otros ni le vieron...

1 comentario:

Nuria Braña dijo...

Que desgarrador, y sin embargo seguro que ignorado......
Muy bueno!!