La muerte

Estamos vivos y la vida tiene un final. Ese final, al que conocemos como muerte, parece lejano, ajeno a nosotros, pero un día la descubres, oculta entre las sombras, te acaricia con su tacto helado y te deja marcado para siempre. Porque no se contenta con llevarse a un ser querido, también se lleva una parte de ti, siembra la semilla de la duda, derrumba lo que pensabas que era un inexpugnable muro de seguridad en tu interior y no sabes con certeza si podrás volver a levantarlo. Lo que sí sabes es que, si consigues rehacerlo, ese muro tendrá una grieta, estará quebrado entre recuerdos y añoranzas. Y seguirás viviendo, claro, con nuevas perspectivas e ilusiones, con planes que, ahora sí, sabes que pertenecen a los caprichos del tiempo. Te obliga a mirar de reojo hacia el pasado, caminas con menos seguridad, erguido pero esperando ese golpe en el estómago que vuelva a convertirte en un sumiso del destino. Te convierte en alguien más "sabio" pero más débil y pone ante ti tonalidades grises en una vida que antes estaba plagada de colores cálidos.
La muerte no la sufre quien muere, sino quienes quedan vivos para apreciar el caos que la rodea. Irse al final resulta lo más fácil, lo difícil es decir adiós y saludar a todo lo que queda por delante. Te miras en el espejo cada día convenciéndote de que la vida está llena de retos, solo para hacerte más fácil asumirlos, aunque lo que realmente deseas es que la vida sea fácil, placentera y que las dificultades y remordimientos se desvanezcan como polvo entre tus dedos. Te observas mientras mantienes una conversación con tu reflejo, intentando reconocerte, moldeando tu rostro en un viaje hacia el pasado y hacia el futuro, asegurándote que sigues siendo el mismo de siempre y que estás justo donde quieres y debes estar.
Y es que el punto de inflexión es una imposición necesaria para estudiar el viaje que emprendiste el día que naciste e intentar adivinar si elegiste bien los caminos que el azar te puso delante.
La muerte te hace reflexionar, te enseña cosas y te quita muchas más, es una trilera que juega con tus deseos, una tramposa que esconde las cartas, que empaña tu visión, nublándola para siempre.
La única manera de luchar contra la muerte es seguir vivo, no reprimir tus sentimientos, no perder el tiempo en luchas innecesarias, no ponerte límites ni metas inalcanzables, luchar por aquello que crees, aprender de sus oscuras maquinaciones, reírte en su cara y retarla.  Sabes que ella no deberá esforzarse demasiado por vencer, pero mientras decide cuándo y dónde visitarte de nuevo, ya sea a través de tus seres queridos o reclamándote a ti directamente, al menos te sentirás vivo. Quizás, con algo de suerte y mucho esfuerzo, dejes un legado. Y eso al final, de alguna manera, te hará inmortal.

Crónica de un Salón anunciado

Una crónica protagonizada por: David Braña y David Buceta. Con papeles secundarios de: Peio Soria, Santiago Selvi, Jaime Martínez, Juan Aguilera, Jorge Tresáncoras, Paco Zarco, Mannfred Salmón, Rubén Gil, Daniel Estorach, Kiko da Silva, Fernando Llor, Paco Hernández, Daniel Mainé, Daniel Suárez, Juan Luis Iglesias, David Puste. Y la colaboración especial de: Daniel Morales, Manoli Martínez, José Torres Brocal, Javier Hernández, Mireia Navas, Lorena Alsina, Rafael Rodríguez, Miguel A. Rodríguez y Nuria Braña.

El pasado fin de semana tuvo lugar una nueva edición del Salón del Cómic de Barcelona, con cartel del incombustible Francisco Ibáñez (a las colas me remito) y, después de dos años, volvíamos junticos mi tocayo David Buceta y un servidor.
El plato fuerte ya lo conocíamos: la visita de Frank Miller, elputoamo del cómic, que levantó muchas expectativas y polvaredas cuando se anunció su presencia. No tuvimos la suerte de ser agraciados con un número en ese circo, digo... sorteo para conseguir su firma, pero pudimos disfrutar de una charla junto a Brian Azzarello (al que Miller ya considera una especie de hermano).
El jueves 5 por la tarde aterrizábamos en la Ciudad Condal y no nos recibía precisamente un clima muy primaveral. Después de llevar SEMANAS con lluvias en Vigo y resto de Galicia, con una tregua de dos días en los que el sol se debió equivocar y se dejó ver, resultó que llegamos a Barcelona y el esperado clima mediterráneo nos hizo un corte de mangas. En resumen: los tres días lloviendo.
Esa tarde nos acomodamos en el hotel (bueno, vale, hostal), muy cerca de La Fira de Plaza España, donde se celebraba el evento y nos dio tiempo para dar una vuelta por la zona y "adaptarnos" al entorno.
El viernes 6 ya prometía sensaciones más fuertes: quedadas con amigos, entrega de dossieres para posibles entrevistas, compra de cómics y/o algo de merchandising, firmas en Las Jornadas Comiqueras del Fnac... Y la verdad es que el día cumplió con creces. Lo pasamos en compañía de la gran colorista y amiga Manoli Martínez, del dicharachero dibujante (y creo que también amigo) Daniel Morales, y del veterano y talentoso José Torres Brocal, con el que tengo el placer de colaborar y que tiene mucho por enseñarnos a todos en este "mundillo" del cómic. Me hice con las firmas de los autores de Roman Ritual (El Torres, Jaime Martínez y Sandra Molina), fueron las únicas firmas que me llevé en todo El Salón, no me dio tiempo para más. Tuve dos interesantes y (espero) fructíferas entrevistas con editores extranjeros, donde Buceta me hizo de traductor simultáneo (así que a saber realmente lo que me estaban contando aquellos amables caballeros) y que me coincidieron bastante mal con el calendario de firmas en Fnac, así que tuve que hacer bolillos para cumplir con todos los compromisos. Como es costumbre, acabamos cansadetes, cenando un par de trozos de pizza que parecían destructores imperiales de Star Wars y luego al catre, a reponer algo de fuerzas para el sábado.
El sábado 7 era "el día de la charla", pero eso sería por la tarde. Por la mañana me encontré con amigos de la infancia a los que veo una vez al año, coincidiendo con el evento, los hermanos Rafael y Miguel Ángel (no, no son tortugas), Buceta se empeñó en hacerse con la firma de un tal Jason (no, no el de Viernes 13). Deambulamos a ratos como zombis apretados por la multitud, hasta que llegó la hora de comer, junto a amigos y algún que otro familiar que me resultaba familiar. El resto de la tarde la aprovechamos para descansar un ratito, la tomamos con calma, para ya dar paso a "la charla", donde Frank Miller y Brian Azzarello nos deleitaron con su saber estar, cinismo, contundencia y humor y demostraron que están "muy sobrados". La mayor parte fueron preguntas de los allí asistentes, algunas muy originales. Y no faltó el "típico niño" que le pidió a Miller una firma en su cómic, sin tíquet de compra ni de sorteo, saltándose todo el protocolo. Los francotiradores de ECC, apostados en el techo, estaban ya preparados para disparar, pero Miller les aguó la fiesta cuando accedió a hacer esa firma, en un gesto que fue un símbolo de esperanza para la raza humana.
Por la noche tocó cenorra con más amigos y familiares en el Born de Barcelona, lo que llevó a trasnochar y a que al día siguiente las piernas se convirtiesen en cemento armado (y no por su dureza, sino por su peso).
El domingo 8 aún me dio tiempo para entrevistarme con Alejandro Martínez, editor de Panini Cómics, que me dio buenas vibraciones y espero también acabe en algo fructífero. Luego nos despedimos del Salón por este año y nos pusimos rumbo al aeropuerto. Si en el escenario de La Fira me encontré con mucha gente de forma fortuita (algo con lo que contaba pero que no deja de sorprender), en el aeropuerto, y más concretamente en los baños, no fue distinto. Al parecer tanto a Jaime Martínez como a mí nos entraron ganas de orinar al mismo tiempo y en el mismo lugar, algo que nos vino de perlas para ponernos un poco al día y afrontar el proyecto que compartimos (después de lavarnos las manos, por supuesto).
El evento como tal me resultó muy flojo, yo diría que más que el pasado año. Fue un poco lo de siempre: exposiciones más o menos interesantes, firmas, fanzines algo "arrinconados", charlas... Pero cero stands de librerías (lo cual es lógico dadas las condiciones) salvo el de El Corte Inglés, poca variedad en merchandising y, en general, propuestas escasas y algo pobres.
Y colorín colorado, si has llegado hasta aquí, menudo coñazo te has tragado.

Unas foticos

Plaza de España en una noche lluviosa

Por ahí entraríamos (bueno, un poco más a la derecha)

Las columnas de Montjuïc

Más Montjuïc



Buceta haciendo trucos de magia

Pa dentro

Elputoamo (el del sombrero) preparado para afirmar su firma

Elputoamo firmando

Otro puto amo (arreventaico) en Las Jornadas del Fnac


Blacksad y su buga


Cyril Pedrosa hablando sobre sus obras

Comida y bebida

Charla Miller-Azzarelliana

Más charla

Cenorra con gentuza de la buena

¡Peliculón!